Dejando atrás la cala de Morella Nou hacia el sur por el Camí de Cavalls (todavía en el este de Menorca) llegamos a la Cala de En Cavaller (seguimos todavía en el Area Natural de Especial Interés de la Albufera de es Grau). Esta cala, situada entre el Morro de sa Falconera i el Cap de Mossén Vives, es una cala básicamente de rocas grises y sin arena, sin ningún tipo de servicios y cuyo acceso recomendado es únicamente por el Camí de Cavalls (el camino interior pasa por fincas cuyo acceso es privado).
Esta cala esta protegida de los vientos del norte por el Cabo de Mossén Vives y solo se ve afectada por los vientos de levante. Durante los meses de calor no es recomendable su visita si no se va bien preparado de comida, agua y sobretodo algo que nos porporcione algo de sombra. Tampoco es recomendable acceder en barca ya que hay muchos escollos en la zona y su fondeo es complicado y difícil. Es una cala muy poco frecuentada, pero si un buen destino para quienes busquen hacer snorkeling de superficie, su fondo rocoso tiene mucho atractivo.
Zona de vegetación baja y muy resistente por el frecuente y continuo viento de la zona también es una zona rica en fauna por su proximidad a la Albufera des Grau. En cuanto lleguemos a esta pequeña bahía desde el norte, la reconoceremos por un montículo rocoso coronado por una pared seca que parece separarla de otra cala anterior y justo después de este pequeño cabo de rocas. Justo después de este cabo de rocas, un poco escondida entre la vegetación, encontraremos una pequeña construcción.
Desde el Faro de Favaritx hay que calcular una distancia de unos 5 km y una hora y media de camino a buena marcha. También se puede acceder desde el sur (Es Grau) pero la distancia es bastante mayor y por lo tanto menos recomendable sobretodo en verano.
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Ca s’Arader recibe el nombre de los carpinteros artesanos de Menorca, que utilizaban la leña autóctona de acebuche para elaborar toda clase de herramientas para el campo. Antiguamente era un oficio esencial para la economía de la isla, que se transmitía de padres a hijos. Hoy, los pocos araders que quedan se dedican a fabricar barreras, mesas, bancos o taburetes, entre otros elementos.